martes, 23 de febrero de 2010

LA INTIMIDACIÓN




Diariamente, miles de adolescentes se despiertan con miedo de ir a la escuela. La intimidación es un problema que afecta a estudiantes de todas las razas y clases, y es motivo de preocupación para muchos, no solamente para quienes son víctimas de ella. Pero, debido a que los padres, los maestros y otros adultos no siempre pueden presenciarla, muchas veces no entienden hasta qué extremo puede llegar la intimidación.

La intimidación es algo serio

La intimidación ocurre cuando una persona es atormentada continuamente por una persona o un grupo con más poder; ya sea por su fortaleza física o por su nivel social.

Dos de los principales motivos de la intimidación son la apariencia o el nivel social de la víctima. Los intimidadores atormentan a los niños que ellos estiman no encajan dentro de su grupo debido a su apariencia, comportamiento (por ejemplo los muchachos que son tímidos o reservados), raza o religión, o porque los intimidadores consideran que la víctima puede ser homosexual.

Algunos intimidadores atacan a sus víctimas físicamente, lo cual incluye empujones, trompadas, golpes, o hasta los ataques sexuales. Otros usan el control psicológico o los insultos verbales a fin de ponerse en control de la situación. Por ejemplo, las personas en grupos populares o pandillas suelen intimidar a las personas que ellos clasifican como diferentes, excluyéndolos o chismeando acerca de ellos (intimidación psicológica). También pueden provocarlos o atormentarlos (intimidación verbal).

La intimidación verbal también incluye el envío de mensajes instantáneos o correos electrónicos crueles, o escribir insultos sobre la víctima en una página Web. Este tipo de intimidación recibe el nombre de “ciberintimidación”.

Uno de los aspectos más dolorosos de la intimidación es su inclemencia. La mayoría puede soportar un episodio de bromas o insultos, o incluso ser rechazado. Sin embargo, cuando estos episodios son continuos, la intimidación puede dejar a la persona en un estado de temor constante.

Es posible que los adolescentes que son víctimas de intimidación vean afectado su trabajo escolar y la salud. 

Los estudios demuestran que las personas que son abusadas por sus compañeros presentan riesgos de tener problemas de salud mental, como baja autoestima, estrés, depresión o ansiedad. También es posible que piensen más en el suicidio.

Los intimidadores también están a riesgo de tener problemas. La intimidación es una forma de violencia y frecuentemente tiene como resultado un comportamiento más violento a medida que el intimidador crece. 

Algunos intimidadores adolescentes terminan siendo rechazados por sus compañeros y pierden amistades a medida que crecen. Los intimidadores también pueden fracasar en la escuela y no tener una carrera, o las relaciones exitosas que otras personas disfrutan.

¿Quién intimida?

Tanto los chicos como las chichas pueden ser intimidadores. Los intimidadores pueden ser extrovertidos y agresivos. O, pueden aparentar ser reservados y tratar de manipular a los demás de manera sutil y engañosa, por ejemplo comenzando un rumor malicioso para ver el resultado.

Muchos intimidadores comparten características comunes. Les gusta dominar a los demás y solamente piensan en sí mismos. Frecuentemente carecen de sociabilidad y toman malas decisiones en su vida social. En algunos casos, no tienen sentimientos de compasión o afecto hacia los demás.

Aunque la mayoría de los intimidadores piensan que son superiores y que tienen derecho a importunar a los demás, otros son inseguros. Menosprecian a los demás para parecer ellos mismos más interesantes o poderosos. Algunos intimidadores actúan de esa manera porque han sido víctimas de intimidadores; tal vez en su propia familia hay un intimidador, como uno de sus padres o cualquier otro adulto.

Algunos intimidadores tienen trastornos de personalidad que no les permiten comprender las emociones sociales normales, como culpa, empatía, compasión o remordimiento. Estas personas necesitan ayuda de profesionales de la salud mental, como un psiquiatra o psicólogo.

¿Qué se puede hacer?

La mejor manera para que los niños más pequeños resuelvan el problema de la intimidación es diciéndoselo a un adulto. En el caso de los adolescentes, la decisión de decírselo a un adulto depende del tipo de intimidación.

Cuando la intimidación amenaza tener como consecuencia el peligro físico o que la víctima sufra lesiones, es imperativo informar a un adulto. El silencio puede permitir que el intimidador se vuelva cada vez más violento.

En algunos casos, las víctimas de actos reiterados de intimidación no pueden controlar sus deseos de venganza y la situación se vuelve peligrosa para todos.

Los adultos en puestos de autoridad (padres, maestros o entrenadores de deportes) frecuentemente buscan la manera de resolver los problemas graves de intimidación sin que el intimidador sepa como se enteraron de la situación.

Si estás siendo intimidado de manera que la situación pueda volverse violenta físicamente, trata de evitar estar solo (y si tienes un amigo en esta situación, pasa el mayor tiempo posible acompañándolo). Intenta estar siempre rodeado de gente uniéndote a un grupo que camine de regreso a sus casas al terminar las clases o manteniéndote cerca de amigos o compañeros de clase durante los momentos en que la intimidación suele ocurrir.

A continuación encontrarás algunas cosas que puedes hacer para combatir la intimidación psicológica o verbal. También son buenos consejos para compartir con un amigo y así demostrarle tu apoyo:

• Ignora al intimidador y aléjate. Esto no significa que eres un cobarde; a veces es más difícil que perder la paciencia y enfadarte. Los intimidadores se entusiasman al ver las reacciones de sus víctimas, y al alejarte o ignorar los mensajes cibernéticos insultantes, le estás haciendo saber que no te importa. Tarde o temprano, el intimidador se cansará de tratar de fastidiarte. Camina con tu cabeza en alto y bien erguido. Esto le hace saber que no eres vulnerable.

• No te enfades. ¿Quién no quiere enfadarse con un intimidador? Pero ésa es la reacción que el intimidador desea ver. Los intimidadores desean tener control sobre tus emociones. Si estás en una situación donde no puedes alejarte serenamente, trata de usar el humor; esto puede tomarlo desprevenido. Resuelve tu enfado de otras maneras, por ejemplo haciendo ejercicio o escribiendo (asegúrate de romper todas las cartas o notas que escribas cuando estás enfadado).

• No uses la fuerza física. Cualquiera que sea la manera en que decidas hacerle frente al intimidador, no uses fuerza física (como patear, golpear o empujar). Así solamente estás mostrándole tu enfado y no sabes cuál será su reacción. Si recurres a la violencia contra un intimidador, tienes más probabilidades de meterte en problemas o de resultar herido. Puedes defenderte de otras maneras, como tomando el control de la situación al alejarte o al ser firme en lo que haces. Algunos adultos creen que la intimidación forma parte del crecimiento (incluso dicen que forja el carácter) y que devolver los golpes es la única manera de hacer frente al problema. Pero esto no es cierto. Las respuestas agresivas suelen provocar más violencia y más intimidación hacia las víctimas.

• Pon en práctica formas de demostrar confianza. Practica maneras de responder al intimidador verbalmente o con tu comportamiento. Practica sentirte bien contigo mismo (aunque al principio debas fingir).

• Hazte cargo de tu vida. No puedes controlar lo que hacen los demás, pero puedes serte fiel a ti mismo. Piensa en maneras de sentirte de lo mejor (más fuerte) para que otros dejen de molestarte. El ejercicio es una manera de sentirse fuerte y poderoso (y además, levanta el ánimo). Aprende un arte marcial o toma clases de yoga. Otra manera de incrementar tu confianza es mejorar tus aptitudes en actividades como el ajedrez, el arte, la música, las computadoras o la escritura. Una manera de hacer nuevos amigos es unirse a una clase, un club o un gimnasio y te hará sentir muy bien. La confianza que adquieras te ayudará a ignorar a los niños que son crueles.

• Habla acerca del problema. Conversar con un consejero escolar, maestro o amigo te dará el apoyo que necesitas. Así también puedes desahogar los temores y frustraciones que se acumulan cuando estás siendo intimidado.

• Encuentra a tus (verdaderos) amigos. Si te han estado intimidando con rumores o chismes maliciosos, puedes usar cualquiera de los consejos anteriores (especialmente ignorar y no reaccionar). Pero debes ir un paso más allá para aliviar tus sentimientos de agravio y aislamiento. Busca uno o dos amigos verdaderos y confíales que el chisme hirió tus sentimientos. Aclara la situación, diciéndoles en confidencia que lo que han dicho de ti no es verdad. Cuando un amigo te diga "Yo sé que el rumor no es verdad. No le presté atención" te darás cuenta de que la mayor parte del tiempo las personas ven el chisme como lo que es: un acto despreciable, grosero e inmaduro.

¿Y si tú eres el intimidador?

Todos hemos tenido que enfrentarnos a situaciones y emociones difíciles. Cuando sienten estrés, enfado o frustraciones, algunas personas atormentan a otros para escapar de sus problemas y dejar de pensar en ellos. 

Algunos intimidadores han tenido una experiencia directa con la intimidación. Tal vez, en sus familias es normal utilizar insultos, ser despreciativos o recurrir a la fuerza física. Sin embargo, cualquiera que sea el motivo, ninguna excusa es válida para este comportamiento.

Si encuentras difícil resistir la tentación de intimidar, habla con alguien a quien admires. Trata de pensar cómo se sienten las personas cuando las fastidias o insultas. Si no puedes imaginarlo (como en el caso de muchos intimidadores), pide a alguien que te ayude a ponerte en el lugar de la otra persona.

La intimidación tiene una reacción contraproducente, y todos, aún los intimidadores, se sienten infelices. Las personas pueden sentirse intimidadas por ellos, pero nadie los respeta. Si te gustaría que los demás vean tus virtudes y tu carácter —y que te consideren como un líder— busca la manera de usar tu poder de una manera positiva, en vez de usarlo para despreciar a otros.

¿Deseas realmente que los demás piensen que eres grosero, abusivo y malicioso? Nunca es tarde para cambiar, aunque parezca difícil al principio. Pídele a un adulto a quien respetes que te aconseje y ayude a cambiar.

lunes, 22 de febrero de 2010

EL APRENDIZAJE COOPERATIVO



El contexto actual de la sociedad de consumo no favorece los valores de cooperación y ayuda ni las actitudes altruistas y prosociales, es por lo tanto que la escuela debe y puede potenciar un avance positivo en torno a ello. Existe el convencimiento de que la educación ha de preparar para la vida y ha de estar ligada a los ideales democráticos; por consiguiente ha de integrar, también la recreación del significado de las cosas, la cooperación, la discusión, la negociación y la resolución de problemas. En un contexto multicultural se hace necesario hablar de la educación en la solidaridad, cooperación y colaboración entre el alumnado, que luego serán ciudadanos de pleno derecho y podrán desarrollar estos comportamientos en sus comunidades y entre los pueblos. Uno de los procedimientos más potentes para el aprendizaje de estos valores gira en torno al aprendizaje cooperativo claramente estructurado en grupos de aprendizaje.

El sistema educativo, como generador de factores de socialización, no sólo debe incorporar dentro del currículum el aprendizaje de habilidades de relación social, sino que, para que el individuo aprenda a cooperar de manera eficaz, debe organizar de forma cooperativa los centros escolares y, muy especialmente, sus aulas.

La sociedad, hoy en día, empuja al individuo a competir con sus semejantes por la consecución de metas cada vez más elevadas; este modelo está presente en los ambientes escolares: se fomenta la competitividad tanto por parte de las familias, que esperan el éxito escolar, como por parte de la propia escuela donde se trabaja la mayor parte del tiempo de forma individual.

En las últimas décadas se ha producido una serie de cambios sociales que han forzado a los seres humanos a vivir cada vez más cerca unos de otros, formando una compleja estructura social donde las relaciones interpersonales adquieren día a día mayor importancia.


La cooperación sería pues, una de las claves para la mejora de las relaciones sociales y el progreso material de los individuos pero la escuela parece haber olvidado este segundo componente social.

Ambas formas, competición y cooperación son capaces, aisladamente, de hacer progresar al individuo. La competición motiva a la consecución de metas cada vez más elevadas, mientras que en la cooperación el principal factor de progreso es la ayuda mutua. Por tanto la competición no se caracteriza por ser un encuentro en el que los "adversarios" partan de igualdad de condiciones,

Y así es la realidad de nuestras aulas, diversas en las que los alumnos difieren entre sí en aspectos tales como el económico, social, cultural, intelectual, físico, etc. De aquí que la razón fundamental por la que la competición, en sí misma, no posibilita que todos los individuos progresen por igual, sino que, por el contrario, incrementa las diferencias individuales y los individuos más favorecidos son los que tendrán más facilidades para alcanzar el éxito. Si queremos hacer realidad una escuela comprensiva atenta a la diversidad, intercultural y que de respuesta a las necesidades heterogéneas que identifican a los alumnos de nuestras aulas y centros, deberemos incorporar estructuras de enseñanza aprendizaje cooperativo, ya que la cooperación es el modo de relación entre los individuos que permitirá reducir estas diferencias, impulsará a los miembros mas favorecidos a ayudar a los menos favorecidos y a estos a superarse.

En definitiva, hemos de desplazar la preocupación por los contenidos a la preocupación por el proceso, a fin de que nuestras generaciones jóvenes adquieran las habilidades mentales y sociales necesarias no ya para mantener, sino para mejorar, nuestra organización social.

De igual modo que en las interacciones sociales que se dan en la vida ordinaria, en el "aprendizaje cooperativo", el simple hecho de que las personas se relacionen o coordinen en una situación concreta no supone necesariamente que juntas mejoren lo que pueden hacer cada una por separado. Para ello será necesario que se produzcan una serie de condiciones que pretendo queden recogidas en este capítulo.

Los métodos de aprendizaje cooperativo son estrategias sistematizadas de instrucción que presentan dos características generales: la división del grupo de clase en pequeños grupos heterogéneos que sean representativos de la población general del aula y la creación de sistemas de interdependencia positiva mediante estructuras de tarea y recompensa específicas

Si tenemos en cuenta esas dos características estaremos situándonos en los principales objetivos del aprendizaje cooperativo, podríamos considerarlo como un sistema de aprendizaje en el que la finalidad del producto académico no es exclusiva, sino que desplaza aquella en busca de la mejora de las propias relaciones sociales, donde para alcanzar tanto los objetivos académicos como los relacionales se enfatiza la interacción grupal.

Los métodos grupales se deben utilizar no sólo con fines de socialización sino también de adquisición y consolidación de conocimientos: Aprender a cooperar y aprender a través de la cooperación.

LA ADOLESCENCIA


Cuando nos detenemos a pensar que la adolescencia no es sólo un período de intenso desarrollo corporal, sino también de desarrollo moral e intelectual, resulta lógico y comprensible que ésta sea una etapa tumultuosa y confusa para muchos chicos y chicas.

A pesar de las percepciones negativas que a veces tienen los adultos sobre los adolescentes, éstos a menudo son enérgicos, generosos, idealistas y tienen un gran interés por lo que es justo y correcto. De modo que, a pesar de que puede ser un período de conflicto entre padres e hijos, la adolescencia también es un período para ayudar a los chicos a madurar a fin de que se puedan convertir en personas adultas únicas.

Entender la adolescencia

Entonces, ¿cuándo empieza exactamente la adolescencia? El mensaje que hemos de transmitir a nuestros hijos es que todo el mundo es diferente. Hay niños que hacen el cambio muy pronto y niños que lo hacen muy tarde, unos que maduran a la velocidad de la luz y otros que lo hacen lenta pero paulatinamente. En otras palabras, existe un enorme abanico de posibilidades dentro de lo que se considera normal.

Muchos niños dan muestras de que ya han entrado en la adolescencia al hacer un cambio espectacular en la forma en que se relacionan con sus padres. Empiezan a separarse de mamá y papá y a ser más independientes. Al mismo tiempo, empiezan a ser más conscientes de la manera en que los ven los demás, especialmente los demás chicos de su edad, e intentan desesperadamente "encajar" en el grupo y ser aceptados.

Los chicos de esta edad a menudo empiezan a "probar" cómo se sienten en diferentes apariencias físicas, estilos e identidades, y adquieren mayor conciencia de en qué difieren de los demás chicos de su edad, lo que puede provocar episodios de tensión y conflicto con sus padres.

Rebeldes

Uno de los estereotipos más extendidos sobre la adolescencia es la del chico rebelde e indomable que se revela constantemente y le gusta llevar la contraria a sus padres. Aunque este extremo puede darse en algunos casos y ésta es una etapa de altibajos emocionales, ese estereotipo no es en absoluto representativo de la mayoría de los adolescentes.

Lo que es innegable es que la principal tarea de un adolescente es lograr la independencia. Para que esto pueda ocurrir, los adolescentes se tienen que empezar a separar de las figuras paternas -sobre todo del padre con quien hasta ahora habían mantenido una relación más estrecha. Por eso puede dar la impresión de que los adolescentes siempre parecen discrepar de sus padres o que ya no quieren pasar tanto tiempo con ellos como antes.

A medida que van madurando, los adolescentes empiezan a pensar de modo más abstracto y racional. Se están formando su propia escala de valores. Y los padres se pueden sorprender de que sus hijos, que hasta entonces habían intentado conformarse a fin de complacerles, de repente, empiezan a autoafirmarse -y a afirmar sus opiniones- incluso vehementemente y a rebelarse contra el control paterno.

Probablemente sea un buen ejercicio intentar ver cuánto espacio le deja usted a su hijo para que sea él mismo, y formularse preguntas como: "¿Soy un padre controlador?" "¿Escucho a mi hijo?" o "¿Permito que sus opiniones y gustos difieran de los míos?"

¿Qué pueden hacer los padres?

Infórmese

Lea libros sobre la adolescencia. Piense en su adolescencia. Recuerde su lucha contra el acné o la vergüenza que le daba estar desarrollarse "demasiado" pronto o "demasiado" tarde. Prepárese para los altibajos en el estado de ánimo de un niño que antes era unas castañuelas y para tener cada vez más conflictos mientras su hijo adolescente intenta encontrar su lugar en el mundo y definir su propia identidad. Los padres que saben lo que les espera pueden afrontarlo mejor. Y, cuanto más sepa usted sobre la adolescencia, mejor podrá preparar a su hijo.

Hable con su hijo antes de que sea tarde

Hablar con un chico o una chica sobre las poluciones nocturnas o sobre la menstruación cuando ya han tenido esas experiencias es llegar demasiado tarde. Responda a las primeras preguntas que le formule su hijo sobre el cuerpo, como las diferencias entre chicos y chicas o de dónde vienen los niños. Pero no le sature con excesiva información -limítese a responder a sus preguntas.

Usted conoce a su hijo. Cuando vea que empieza a contar chistes sobre sexo o que se preocupa más por su aspecto físico, será un buen momento para hacerle preguntas, como:

• ¿Has notado algún cambio en tu cuerpo?

• ¿Has tenidos sentimientos y/o sensaciones extrañas?

• ¿A veces te pones triste sin saber por qué?

La revisión médica anual puede ser una gran oportunidad para sacar a colación estos temas. El pediatra puede explicarles, a su hijo preadolescente y a usted, qué cambios pueden esperar en los próximos años. Puede utilizar esa visita médica como punto de partida para mantener una conversación cara a cara con su hijo. Cuanto más retrase esa conversación, más probabilidades habrá de que su hijo se forme ideas equivocadas, y sienta vergüenza o temor ante los cambios corporales y emocionales que irá experimentando.

Además, cuanto antes empiece a hablar abiertamente sobre estos temas, más probabilidades tendrá de mantener abiertos los canales de comunicación durante toda la adolescencia. Déle a su hijo libros sobre la pubertad escritos para chicos que están atravesando esta etapa. Comparta con su hijo los recuerdos de su propia adolescencia. Para tranquilizar a un chico, no hay nada como saber que mamá o papá también han pasado por eso.

Póngase en el lugar de su hijo

Practique la empatía con su hijo. Ayúdele a entender que es completamente normal que esté un poco preocupado o que experimente un grado de timidez hasta ahora desconocido. Dígale que es normal que a veces se sienta "mayor" y otras como si todavía fuera un niño.

Escoja sus batallas

Si su hijo adolescente quiere teñirse el pelo, pintarse de negro las uñas de los pies o vestir de forma estrafalaria, tal vez merezca la pena que usted se lo piense dos veces antes de objetar. A los adolescentes les gusta sorprender a sus padres, y es mucho mejor dejarles que lo hagan con cosas que son inofensivas y temporales. Guárdese las objeciones para las cosas que importan de verdad, como las drogas y el alcohol.

No baje sus expectativas

Es esperable que a un adolescente le desagraden las expectativas que sus padres tienen sobre él. De todos modos, los adolescentes suelen entender y necesitan saber que sus padres se preocupan lo suficiente por ellos como para esperar determinadas cosas de ellos. Rendir en los estudios, comportarse correctamente y respetar las normas de la casa son buenos puntos de referencia. Si los padres tienen expectativas realistas, es más probable que los adolescentes intenten estar a la altura de las mismas.

Informe a su hijo y manténgase informado

La adolescencia suele ser una etapa de experimentación y a veces esa experimentación incluye comportamientos arriesgados. No eluda los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco. Si conversa con su hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se exponga a situaciones problemáticas, habrá más probabilidades de que su hijo actúe de forma responsable cuando llegue el momento.

Conozca a los amigos de su hijo -y a los padres de sus amigos. La comunicación regular entre los padres puede hacer maravillas en lo que se refiere a la creación de un ambiente seguro para todos los chicos que forman parte de un grupo de amigos. Los padres pueden ayudarse los unos a los otros a hacer un seguimiento de las actividades de sus hijos sin que éstos se sientan vigilados.

Sepa identificar las señales de alarma

Que un chico experimente cierta cantidad de cambios es algo normal durante la adolescencia, pero un cambio demasiado drástico o duradero en la personalidad o comportamiento de un chico puede indicar que existe un problema real que requiere ayuda profesional. Esté atento a si su hijo presenta una a varias de las siguientes señales de alarma:

• Aumento o pérdida extrema de peso

• Problemas de sueño

• Cambios rápidos y drásticos en su personalidad

• Cambio repentino de amigos

• Faltar a clase continuamente

• Sacar peores notas

• Hablar o, incluso, bromear sobre el suicidio

• Indicios de que fuma, bebe alcohol o consume drogas

• Problemas con la ley

Cualquier otro comportamiento inadecuado que dure más de 6 semanas también puede ser un indicador de algún problema subyacente. Durante esta etapa, usted puede esperar que su hijo tenga algún que otro tropiezo en los estudios o en su comportamiento en general, pero un niño de notables y sobresaliente no debería empezar a suspender, ni otro que normalmente es extrovertido aislarse de todo el mundo. En tal caso, el pediatra de su hijo, o bien un psicólogo o psiquiatra, podrían orientarle sobre dónde encontrar ayuda profesional adecuada para su hijo.

Respete la intimidad de su hijo

Para algunos padres, comprensiblemente, respetar la intimidad de su hijo es algo que les cuesta muchísimo. Creen que todo lo que hacen sus hijos es asunto suyo. Pero, si quiere ayudar a su hijo a hacerse adulto, deberá respetar su intimidad. Si usted detecta alguna señal de alarma que sugiere que su hijo puede tener problemas, tal vez no tenga más remedio que invadir su intimidad hasta llegar al fondo del problema. Pero, en caso contrario, debería mantenerse al margen.

En otras palabras, el dormitorio de un adolescente y sus llamadas telefónicas deben ser algo privado. Tampoco debe esperar que su hijo comparta con usted todas sus ideas o actividades. Por supuesto, por motivos de seguridad, usted debe saber siempre dónde está, qué está haciendo y con quién está su hijo, pero no necesita conocer todos los detalles. Y, por descontado, ¡no espere tampoco que le pida que lo acompañe!

Supervise lo que ve y lo que lee su hijo

Programas de TV, revistas, libros, Internet -los niños y chicos de hoy en día pueden acceder a un montón de información. Esté al tanto de lo que ve su hijo por televisión y de lo que lee. No tema fijarle límites sobre la cantidad de tiempo que puede pasar delante del televisor o del ordenador (computadora). Averigüe qué aprende su hijo de los medios de comunicación y con quién se comunica a través de Internet.

Establezca normas apropiadas

La hora a la que su hijo debe acostarse ha de ser la adecuada para su edad, como cuando era un bebé. Recompense a su hijo por ser una persona digna de confianza. ¿Respeta la hora a la que debe llegar a casa por las noches? En tal caso, déjele volver media hora más tarde. ¿Debe un adolescente participar siempre en las salidas familiares? Usted debe decidir cuáles son sus expectativas y no sentirse ofendido cuando su hijo deje de querer salir tanto con usted como antes. Piense en su propia adolescencia y acuérdese de que probablemente usted sintió lo mismo con respecto a sus padres hace ahora bastantes años.

¿Se acabará alguna vez?

A medida que vaya pasando el tiempo y su hijo se vaya aproximando al final de la adolescencia, usted notará cómo disminuyen los altibajos propios de esta etapa. Y, al final, tendrá un hijo independiente, responsable y comunicativo. O sea que recuerde el lema de los padres que tienen hijos en edad adolescente: ¡Estamos pasando por esto todos juntos y lo superaremos -juntos!

domingo, 21 de febrero de 2010

viernes, 19 de febrero de 2010

CUIDADO CON LOS FOROS



  Internet y la WWW constituyen una buena fuente de información tanto para los padres como para los hijos. Los niños pueden aprender mucho buscando documentación para los trabajos escolares, enviando y recibiendo correo electrónico y jugando juegos educativos.

Pero en un entorno donde el niño es lo bastante mayor como para introducir palabras en el teclado y acceder al mundo de Internet, los padres deben vigilar y supervisar lo que ven y escuchan sus hijos, a quien conocen y qué datos personales comparten con otros usuarios. Esta conexión libre y sin censuras con el mundo puede ser realmente peligrosa.

Cuidado con los foros y redes sociales

Los foros son salas virtuales donde se mantienen conversaciones. Los participantes de un foro pueden ser agrupados según un interés o tema como, por ejemplo fútbol o un programa de televisión preferido. Son un lugar fabuloso para conocer a personas de todas partes del mundo y para aprender cosas sobre cualquier tema. El hecho de poder comunicarse con una persona o con grupos de personas hace que los foros sean uno de los lugares más frecuentados en la red, especialmente entre niños y adolescentes.

La Primera Enmienda garantiza la libertad de expresión y está en contra de la prohibición de materiales pornográficos en Internet. Pero los defensores de la seguridad en  Internet alegan que la inocencia y el bienestar mental y físico también deben ser salvaguardados. Nadie sabe cuán comunes son los "depredadores de los foros" pero los acosos recientes y los asesinatos de niños que conocieron a "amigos" a través de un foro apuntan a peligros muy reales que los niños pueden encontrar al entrar en el ciberespacio. Como cualquier preocupación sobre la seguridad del niño, esto es algo que los padres deben pensar con anticipación.

Muchos niños consideran que su ordenador es un aparato que pueden usar para juegos interactivos o para conversar con sus amigos. Pero una vez que empiezan a utilizar  Internet como fuente de documentación para sus trabajos, descubren que es mucho más que un lugar para juegos. Cualquier niño o adulto que se muestre interesado por las ofertas del ciberespacio puede escribir una palabra en un buscador para explorar miles de páginas Web. En algunos casos, las páginas que aparecen como resultado de una búsqueda contienen información sobre pornografía, drogas, alcohol, tabaco, apuestas, grupos que promueven el odio y la intolerancia o violencia explícita.


Señales de alerta de que su hijo puede ser una víctima

Existen señales de alerta que pueden hacerle pensar que su hijo está siendo blanco de un delincuente en Internet. Su hijo puede ser una víctima si pasa muchas horas conectado, especialmente por la noche. Si hay llamadas de desconocidos o llegan por correo regalos inesperados, sospeche y pregúntele sobre sus contactos en  Internet. Si tu hijo apaga el ordenador cuando  entras en su habitación, pregúntele el motivo y controla las horas que se conecta con más cuidado. El aislamiento de la vida familiar y la renuencia a hablar de sus actividades en  Internet son otras señales de que su hijo podría ser víctima de un delincuente sexual.

Cómo minimizar el riesgo de su hijo

Existen formas de censurar o controlar el acceso de su hijo a material adulto y minimizar el riesgo de atraer delincuentes cuando navega por Internet. Los expertos concuerdan en que lo más importante que los padres y las personas a cargo del cuidado de los niños pueden hacer para protegerlos contra los peligros de Internet es controlar sus actividades y educarles sobre los riesgos del ciberespacio.

Opciones de restricción del proveedor de servicios Casi todos los proveedores de servicios en línea (OSP por las siglas en inglés) y proveedores de servicios de Internet (ISP por las siglas en inglés) ofrecen a los padres opciones de control o bloqueo. La sección de servicios para miembros de su ISP o OSP puede ayudarle a personalizar los controles y filtros para cada uno de sus hijos.

Consejos para proteger a sus hijos

Los padres pueden proteger a sus hijos contra los depredadores de Internet y el material para adultos siguiendo algunos consejos de seguridad sencillos.

Insista en que sus hijos tomen las siguientes precauciones cuando se conecten:

• No deben revelar nunca información personal como dirección, número de teléfono, nombre o dirección de la escuela. Deberían utilizar siempre un nombre falso.

• No deben aceptar conocer a nadie de un foro en persona.

• No deben intercambiar fotografías personales por correo ni enviar fotografías escaneadas por Internet.

• No responder nunca a mensajes en tono amenazante.

• Deben avisar siempre a los padres si reciben algún comentario o mantienen una charla que les atemoriza.

• Si su hijo tiene un nuevo "amigo", pídale que se lo presente en línea.


Para proteger a su hijo:


• En una de las Web de Destroyer   Windowsfacil.com  tenemos una serie de consejos para la navegación de menores y a dónde dirigirnos en caso de tener que hacer una denuncia.


• Tenga presente que muchos sitios usan "cookies," dispositivos que registran información específica sobre el usuario, como por ejemplo el nombre, la dirección de correo electrónico, y las preferencias de compras. Estos dispositivos se pueden desactivar - consulte a su proveedor de servicios en línea para obtener más información.

Una buena forma de proteger a sus hijos es enseñarles cómo usar la Internet de manera segura. Internet ofrece información muy útil y puede ayudar a sus hijos a ampliar sus horizontes de maneras desconocidas por las generaciones anteriores. Si juega un papel activo cuando sus hijos navegan por la Internet, se asegurará de que obtengan el máximo beneficio de la información apta para niños que ofrece la Internet.

Fuentes: Windowsfacil.com   http://kidshealth.org/
         

jueves, 18 de febrero de 2010

NUESTROS HIJOS PREADOLESCENTES




A medida que su hijo(a) se acerca a la adolescencia y adquiere más independencia, mantenerse emocionalmente cercano a él o ella puede parecer un reto. Pero es tan importante como lo ha sido siempre, o quizás más importante que nunca.

En la medida en que las actividades en la escuela, los nuevos intereses y una vida social exitosa se vuelven más importantes a medida que su hijo(a) crece, usted todavía representa su base como hogar, proporcionándole amor, guía y apoyo.

Y esa conexión proporcionará a su hijo(a) una sensación de seguridad que fortalecerá la entereza que él o ella necesitarán para lidiar con los altibajos de la vida.

Lo que puede esperar

Su hijo(a) preadolescente puede actuar como si sus deseos de guiarle no fueran bienvenidos o necesarios, e incluso, al percibirlos, puede sentirse avergonzado(a) de vez en cuando. Este es el momento en el que los niños(as) comienzan a confiar más en sus compañeros y solicitan tener su espacio y privacidad – por ello, puede esperar que la puerta de su habitación permanezca cerrada más a menudo.

Tan difícil como puede ser asimilar estos cambios, intente no tomarlos de forma personal. Estos son signos de la creciente independencia de su hijo(a). Usted va a tener que ceder un poco los lazos emocionales que ha mantenido con su hijo(a) y permitirle mayor espacio personal para su crecimiento. Pero esto no significa que deberá perder su conexión emocional completamente. Usted todavía tiene una poderosa influencia – simplemente su preadolescente puede incrementar su reacción al ejemplo que usted dé en lugar de las instrucciones que usted imparta. Así que predique con el ejemplo e intente predicar un poco menos durante esta temporada.

Impartir con su ejemplo las cualidades que usted quiere que su preadolescente aprenda y practique –comunicación respetuosa, gentileza, alimentación sana y cumplimiento de sus responsabilidades diarias sin quejas— incrementará las posibilidades de que su hijo(a) cumpla con ellas.

Lo que  no se debe hacer

Los detalles pequeños y simples pueden reforzar la comunicación. Incluya en sus actividades el suficiente tiempo para compartir momentos especiales, la rutina de la que ya forman parte juntos y demuéstrele que le importa.

¿Y qué hacer para lograrlo?

• Sentarse en la mesa para comer con la familia: Puede que a usted se canse tan solo de pensar que tiene que preparar una comida para la familia después de un día muy ocupado. Pero compartir una comida con la familia significa disfrutar juntos de momentos valiosos. Por ello, planéela y organícela tal y como haría otro tipo de actividad. Incluso si tiene que recoger alguna comida preparada, siéntense juntos en la mesa para comerla. Apague la televisión e intente no hacer caso al teléfono. Es imposible hacerlo cada noche, pero usted puede planear una cena a la semana que le venga bien a la agenda de su hijo(a). Planee algo divertido e involucre a todos en la preparación y en la posterior recogida y limpieza de la mesa. Compartir esta actividad ayuda a fortalecer los lazos afectivos familiares y el hecho de que todos colaboren refuerza el sentido de responsabilidad y trabajo en equipo.

• La hora de irse a la cama y las buenas noches: Puede que su niño(a) ya no necesite que usted lo lleve a la cama, pero mantener un horario consistente para irse a la dormir ayuda a que su preadolescente obtenga el sueño que necesita para crecer saludable y fuerte. Por ello, cree un momento de tranquilidad juntos justamente antes de irse a dormir. Lean juntos. Conversen sobre los momentos importantes del día y sobre los planes para el día siguiente. Incluso si su preadolescente ya ha crecido demasiado como para que usted pueda acostarlo en su camita, todavía hay tiempo para un abrazo o un beso de buenas noches. Si su gesto no es bienvenido, intente una caricia suave en la espalda o en el hombro a medida que usted le dice buenas noches.

• Comparta los momentos cotidianos: Encuentre las pequeñas cosas que les permiten estar juntos. Invite a su preadolescente a que le ayude a pasear al perro. Invítese usted mismo(a) a acompañarlo(a) cuando sale a correr. Lavar el carro, hornear galletas, rentar películas, ver un programa de televisión favorito – todas son oportunidades para que disfruten estando juntos. Y también son oportunidades para que su hijo(a) le hable sobre lo que le pasa por la mente. Incluso cuando van en el carro es un buen momento para que establezcan lazos de comunicación. Cuando usted esté manejando probablemente su preadolescente se sentirá más inclinado a mencionar algo que le moleste. Ya que usted estará concentrado en la carretera, él o ella no tendrán que establecer contacto visual, lo cual puede aliviar la incomodidad de expresar lo que se siente.

• Cree momentos especiales: Comience la tradición de celebrar ocasiones familiares significativas más allá de los cumpleaños y de las fiestas. Celebrar ocasiones especiales como las buenas calificaciones escolares o haber ganado un partido de fútbol ayuda a reforzar los lazos familiares.

• Demuestre afecto: No subestime la importancia de decir y demostrar cuánto quiere a su preadolescente. Hacerlo asegurará que su hijo(a) se sienta seguro y amado. Y usted estará demostrando formas sanas de demostrar afecto. Con esto en mente, su hijo o hija pueden comenzar a sentirse un poco intimidados al ver muestras de cariño, especialmente en público. Puede que su hijo(a) rechace su abrazo o beso, pero no tiene nada que ver con usted. Simplemente reserve ese tipo de demostración de cariño para los momentos cuando los amigos de su hijo(a) no estén presentes. Y en público, encuentre otras formas de demostrar que su hijo(a) le importa. Una sonrisa o una expresión de saludo pueden comunicar un mensaje cariñoso y al mismo tiempo respetar los límites físicos. Reconozca en alto las maravillosas cualidades de su hijo así como las habilidades que desarrolla en cuanto ocurran. Usted puede decir algo como “Qué bonito dibujo –realmente tienes una gran facilidad para el arte” o “Estuviste fabuloso jugando hoy al fútbol – Me encantó verte jugando en el campo."

• Permanezca integrado: Sea parte de los intereses crecientes de su preadolescente. Integrarse significa permanecer más tiempo juntos y compartir experiencias. Usted no tiene que ser el líder de los Boy Scouts, voluntario(a) en su salón de clases o entrenador(a) de fútbol para demostrar interés en las actividades de su preadolescente. Puede que su hijo(a) quiera formar parte de actividades en las que usted no forme parte, lo cual no tiene nada de malo. Asista a juegos y a las prácticas cuando pueda; cuando no pueda, pregunte cómo han ido las cosas y escuche atentamente. Ayude a que su hijo(a) hable sobre sus decepciones y demuestre comprensión cuando él o ella hable de la pelota cuyo alcance hizo ganar al equipo contrario. Su actitud de cara a algún revés enseñará a su preadolescente a aceptarlos, a sentirse bien respecto a ellos, y a construir la valentía para intentarlo de nuevo.

• Permanezca interesado(a): Manténgase interesado y curioso acerca de las ideas de su preadolescente, sus sentimientos y experiencias. Si usted escucha lo que él o ella están diciendo, tendrá un mejor entendimiento de la guía, perspectiva y soporte necesarios. Y responder de formas que no emitan juicios hará que su hijo(a) se sienta más inclinado a compartir con usted sus sentimientos en tiempos difíciles.

martes, 16 de febrero de 2010

¿Por qué estudiar matematicas?





¿Cuáles pueden ser algunas de las razones para estudiar matemáticas?

¿Por qué hay gente que llega a dedicar su vida al estudio de esta ciencia?

¿Cuáles son las características que hacen que quienes se interesen por su estudio la vean como “apasionante”?

Muchas de estas respuestas la podemos hallar en una de las conferencias de  Rafael Pérez Gómez  profesor de la Universidad de Granada.

Entre otras cosas dice:

Razones para estudiar matematicas:

*Es el “arte de pensar bien”.

*Su facultad para desarrollar la capacidad de pensamiento.

*Su utilidad, tanto para la vida cotidiana como para el aprendizaje de otras disciplinas necesarias para el desarrollo personal y profesional.

*“Las Matemáticas parecen poseer el asombroso poder de explicar cómo funcionan las cosas, por qué son como son y qué nos revelaría el universo si fuésemos capaces de escuchar”. Esto entronca de lleno con el pensamiento griego ya que explicaron un mundo relativamente sencillo, y ahora se ocupan de hacerlo con otro más complejo. Son, pues, una herramienta de gran utilidad para predecir, explicar y representar todo lo que nos rodea. Son necesarias para desarrollar habilidades laborales y dar respuesta a cuestiones científicas y tecnológicas.

*La potencia de las Matemáticas como medio de comunicación. Comenta Carl Sagan (1982) que hay un lenguaje común para todas las civilizaciones técnicas, por muy diferentes que sean, y éste es la ciencia y las Matemáticas. La razón está en que las leyes de la Naturaleza son idénticas en todas partes. Así, las naves exploratorias Voyager, que desde 1977 buscan vidas inteligentes fuera de nuestro planeta, llevan ejemplos de Matemáticas en la información sobre la vida en la Tierra.

*ICMI, Comisión Internacional para la Instrucción Matemática, en un simposio celebrado en Kuwait en 1986, recoge cuatro razones básicas para enseñar Matemáticas y sus correspondientes consecuencias curriculares:

1. Desarrollo de la potencia crítica que capacita a la gente para manejar la masa de datos con la que constantemente somos bombardeados. Como consecuencia, se deriva la introducción de nociones estadísticas en todos los currículos de los niveles obligatorios.

2. La existencia de una certeza verificable ausente en otros aspectos de la existencia humana. Dos consecuencias derivadas de este hecho: 

a) Suministra al alumnado las suficientes Matemáticas como para convencerse de existe algo que es verdad fuera de toda duda y 

b) la enseñanza debe realizarse de forma que capacite y anime al alumnado a llegar a sus propias convicciones.

3. El placer inherente de la creación matemática.

4. El papel auxiliar de las Matemáticas, en crecimiento continuo y exponencial.

*Porque suministra los conocimientos esenciales para la práctica ciudadana responsable y efectiva.

*Porque fomenta la curiosidad, el gusto por la belleza, permiten el libre acceso al ocio y, por supuesto, fomentan la sabiduría.

¿Hace falta alguna razón más?

MATEMÁTICAS SECRETAS (Criptografía)





La criptografía es el arte o ciencia de cifrar y descifrar información mediante técnicas especiales y es empleada frecuentemente para permitir un intercambio de mensajes que sólo puedan ser leídos por personas a las que van dirigidos y que poseen los medios para descifrarlos. Su finalidad es, en primer lugar, garantizar el secreto en la comunicación entre dos entidades (personas, organizaciones, etc.) y, en segundo lugar, asegurar que la información que se envía es auténtica en un doble sentido: que el remitente sea realmente quien dice ser y que el contenido del mensaje enviado, habitualmente denominado criptograma, no haya sido modificado en su tránsito

domingo, 14 de febrero de 2010

O Apóstolo



Colaborando con la campaña de promoción de “ O Apóstolo” pongo el trailer de la película, cuyo estreno está previsto para julio de 2.010.



viernes, 12 de febrero de 2010

Carta de un niño a su padre



«No sé papá... ya no es como antes. Ahora no me das una palmadita cuando termina el partido ni me invitas a un refresco. Vas a la grada pensando que todos son enemigos, insultas a los árbitros, a los entrenadores, a los jugadores, a los padres del equipo contrario...

¿Por qué has cambiado? Creo que sufres y no lo entiendo. Me repites que soy el mejor, que los demás no valen nada a mi lado, que quien diga lo contrario se equivoca, que solo vale ganar.

Ese entrenador del que dices es un inepto, es mi amigo. El que me enseña a divertirme jugando y a amar éste deporte.

El chaval que el otro día salió en mi puesto...¿te acuerdas?... sí hombre, aquel a quien estuviste toda la tarde criticando porque no sirve ni para llevarme la bolsa, como tú dices. Ese chico está en mi clase. Cuando lo vi el lunes, me dio vergüenza.

No quiero decepcionarte. A veces pienso que no tengo suficiente calidad, que no llegaré a ser profesional del fútbol y ganar cientos de millones como tú quieres. Me agobias. Hasta he llegado a pensar en dejarlo, pero me gusta tanto...

Por favor, no me obligues a decirte que no vengas a verme jugar».

EDUCACIÓN Y DEPORTE



La violencia en el deporte escolar gana por goleada

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. «¿Qué vamos a hacer?», gritan en corro jugadores de 11 años antes de empezar el partido. «¡Gana, ganar y ganar!», responden al unísono. ¿Dónde quedó aquello de que lo importante era participar? Dos expertos analizan para GARA la latente agresividad, sobre todo verbal, en el deporte base.

Joseba VIVANCO

Varios espectadores del encuentro detallaron que la trifulca ocurrió a raíz de los comentarios de uno de los entrenadores tras una falta pitada por el árbitro durante un partido que disputaban los equipos de Arteaga y Askartza, de la categoría alevín de la liga escolar de Bizkaia. Uno de los espectadores increpó y golpeó al entrenador del Askartza y, tras ese incidente, intervinieron en la pelea varias personas más. En ese momento, bajaron al campo un hombre y su hijo de 17 años para intentar mediar en la riña, pero el menor recibió un puñetazo de uno de los seguidores del otro equipo».

Es el relato remitido por la Ertzaintza tras este incidente ocurrido en marzo del año pasado. Un claro ejemplo de violencia en el deporte escolar en su máxima expresión. El problema es que en menor grado, esa agresividad en los terrenos de juego, sea de fútbol u otras disciplinas deportivas de equipo, ocurre más veces de lo deseable.

Un reciente estudio impulsado por la Diputación vizcaína con la colaboración de la Federación de Fútbol del mismo territorio ha concluido que en un 15% de los partidos analizados se dieron casos de violencia, fuera física o verbal. Se trata de una investigación piloto que se llevó a cabo tras analizar 346 actas arbitrales de la temporada pasada en categorías que iban desde benjamines hasta infantiles.

Según el resultado de este estudio, en la mitad de los casos en que se produjo algún tipo de violencia, ésta se dio tanto dentro como fuera del campo, si bien fuera del mismo lo que predomina es la agresión de tipo verbal. «¡Vete a la peluquería!», le gritaba hace unos días el padre de un jugador de 11 años a una joven colegiada que arbitraba un partido en la liga vizcaína. Y en un terreno de juego se suelen escuchar cosas peores.

Apenas hay prevención

La idea del Comité Vasco contra la Violencia en el Deporte, dependiente de Lakua, es que el análisis se extienda también a Araba y Gipuzkoa durante la presente temporada y, al mismo tiempo, impulsar un programa dirigido a monitores deportivos. Algo similar ya se hizo en 2004 en las disciplinas de fútbol, balonmano y baloncesto, chequeando más de 11.000 partidos. Entonces, se detectaron 758 casos de presencia de violencia verbal y 130 de violencia física, focalizándose la mayoría de casos en actividades masculinas y entre los participantes de más edad.

Cualquiera que asista un fin de semana a algún partido de estas categorías -hablamos de menores de 14 años- puede encontrarse con alguna de estas imágenes poco recomendables para los jóvenes deportistas. «Si insultas al árbitro, desprecias a los contrarios, discutes con los espectadores o contradices al entrenador, es muy probable que ellos también lo hagan», advierte una guía titulada ``Cuando son tus hijos e hijas los que están en juego'', elaborada en su día por, entre otros, la actual sicóloga del Athletic Club, María Ruiz de Oña.

Un documento del que también es coautor Luis Mari Iturbide, profesor de Sicología Dinámica y Sicología del Deporte de la UPV-EHU. «El deseo de ganar, el interés por derrotar a un determinado equipo, la importancia de un partido para la clasificación final... hace que algunos padres o entrenadores olviden la vertiente lúdica y formativa del deporte y se comporten de forma poco didáctica, convirtiendo lo que tenía que ser una agradable experiencia para el niño en un lamentable espectáculo», se lamenta.

Si se rastrea en Internet en busca de programas o iniciativas encaminadas a prevenir la violencia a estos niveles deportivos, uno se encuentra con... nada. «Realmente, la principal atención en relación con la violencia en el deporte la recibe el deporte profesional, y en particular el fútbol», responde uno de los pocos investigadores en este terreno a nivel estatal, el sicólogo de Ciencias de la Salud y el Deporte de la Universidad de Zaragoza, Fernando Gimeno Marco. Aragón es una de las pocas zonas donde existe un programa específico de prevención de la violencia en el deporte base y otro dirigido a padres y madres. Una idea, la primera, que el año pasado se trasladó a la categoría cadete del fútbol en la capital gasteiztarra.

Es escolar porque debe ser educativo

En Araba, el Departamento foral de Euskera, Cultura y Deportes ha ampliado este curso de tres a ocho centros educativos la participación en el programa de prevención de la violencia en el deporte escolar. Está dirigido a monitores de menores con edades entre los 8 y los 12 años y pretende también implicar a los padres. «Prevenir situaciones de violencia en el deporte escolar alavés y reducir los incidentes», resumió recientemente el objetivo de esta actividad la diputada Lorena López de Lacalle. Una de las iniciativas es el llamado «balón deportivo», por el que los jugadores entregan balones de cartón, con mensajes incluidos, a sus padres y al público antes de cada encuentro.

«En el deporte base -explica el propio Fernando Gimeno- casi todas las comunidades autónomas tienen programas de divulgación para fomentar la práctica deportiva y, con ella, el juego limpio, pero muy pocos, realmente, profundizan para comprender y dar respuesta al fenómeno de la agresividad y de la violencia».

Una idea que comparte Luis Mari Iturbide. «Lamentablemente, y a pesar de que existen meritorias excepciones como el programa de prevención de la violencia del Comité Vasco contra la Violencia en el Deporte, estamos todavía muy lejos de conseguir que se materialice esta declaración de intenciones y se aplique realmente este código de juego limpio para el deporte infantil».

Solitarios goles contra la violencia en el deporte base. Como escribiera Luis Solar, hasta no hace mucho coordinador de la cantera de Lezama, «el deporte llamado escolar no tiene este apellido por tener lugar en centros educativos, sino por constituir un medio de la educación».

Si uno fija la mirada en el deporte base, lo que se suele ver lo dibuja Iturbide al afirmar que, por lo general, «se persigue el resultado y la victoria por encima de otro tipo de objetivos formativos. La organización de eventos responde más a los intereses y al prestigio de los clubes, colegios y asociaciones que a un proyecto educativo consensuado. Y la competición se convierte en una práctica elitista y selectiva, para la que tan sólo son aptos los mejores».

Precisamente, esa competitividad mal entendida es uno -eso sí, uno más- de los embriones de una agresividad y una violencia que, casi siempre, tienen a los jóvenes deportistas como testigos mudos. «Efectivamente, la grada y los entrenadores son factores que explican más del 50% de la agresividad y la violencia en el deporte base», afirma. En cualquier caso, aclara que se trata de un fenómeno «multicausal». Por ello, matiza que «querer explicarlo únicamente sobre la base de uno de los posibles determinantes, por ejemplo, la obsesión por ganar, supone limitar su comprensión, pero sobre todo la forma de actuación en cuanto a estrategias de prevención antes de que ocurra el incidente y cuando ya ha ocurrido».

Padres y entrenadores ¿culpables?

¿Qué hay, entonces, detrás de esos comportamientos? Está, defiende este experto, «junto a la obsesión por ganar, el entender el deporte de competición de una forma limitada, parcial y reduccionista en el sentido de que sólo se es bueno o se ha jugado bien cuando ganas al contrario».

Pero, además de este afán mal entendido por la victoria, «encontramos también otros factores como no soportar la frustración de no conseguir el objetivo que se pretende, la ansiedad social de, por ejemplo, el entrenador que no quiere «quedar mal» o «en ridículo» delante de su afición o sus jugadores, entender al jugador o equipo contrario como «el enemigo a batir», la proximidad física de las aficiones o de la grada con respecto al terreno de juego, la deficiente formación técnica y sicológica de los entrenadores que les lleva a suplir sus carencias con estrategias de fuerza y de tipo autoritario, el desconocimiento de las reglas de juego....». Un fenómeno «multicausal», repite el sociólogo.

Su colega Luis Mari Iturbide reconoce, no obstante, que madres y padres «desean lo mejor para sus hijos en todos los aspectos de la vida, y el deporte no es una excepción». El problema radica en que, «con más frecuencia de la que sería de desear, la ansiedad asociada a la consecución de ese deseo les conduce a manifestar conductas que pueden tener una influencia negativa en el proceso formativo inherente a la práctica deportiva de sus hijos o hijas». Y ocurre lo que ocurre. «Amparados en el anonimato que proporciona el grupo, pierden la cordura, la educación y el sentido de la responsabilidad», sentencia.

Otro tanto les sucede a muchos entrenadores. «A pesar de algunas honrosas excepciones, la realidad es todavía más reveladora y desalentadora: la mayor parte de las personas que encontramos entrenando a niños y niñas en el deporte de base no tienen ningún tipo de preparación psico-pedagógica».

Una realidad que se está tratando de revertir por parte de las federaciones deportivas. Pero, insiste, «no deja de ser una situación paradójica: las personas a las que confiamos y encomendamos la educación deportiva de nuestros hijos e hijas no están preparadas para llevar a cabo tal menester».

En el fondo, quién sabe, quizá resida una idea equivocada por parte de padres y entrenadores, que parecen creerse los protagonistas del juego. «Estoy de acuerdo», responde Fernando Gimeno. Luis Mari Iturbide también lo tiene claro: «Devolvamos el protagonismo a quien nunca debió perderlo, los niños y niñas. Que jueguen, progresen y crezcan; que aprendan a participar y a competir con deportividad, a respetar a los demás y a las reglas del juego; que entablen nuevas amistades y, sobre todo, que se diviertan, porque si no se lo pasan bien, enseguida abandonan».

Así las cosas, Iturbide da un último consejo para el próximo fin de semana: «Insistir demasiado en la trascendencia de un partido o en la obligación de ganar es un error, casi tan grave como enzarzarse con otros padres en discusiones bizantinas, que suelen acabar en escándalo y disputas».

GARA, 8 febrero de 2010